Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Amor

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa --limpio de todo mal--.

¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía
amarte más.

Y todavía
amarte más.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario