De niño me decían que las flores no mueren. Que, cuando se marchitan, por la noche reviven mientras duermen las niñas y los niños.
En los cuartos vacíos se iluminan sus fiestas donde bailan y ríen hasta el amanecer.
No olvidaré tu ultima cara bajo el delgado hielo del olvido.
Ahora no me queda mas consuelo que un silencio de historias de la infancia. Pensar que junto a mí esta tu sonrisa.
Que estan llenas de flores las tinieblas.
Que no te veré mas bajo la luz:
sólo en los negros parpados de un sueño.
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