Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Leer, escribir; un desafío

Cuando quiero conocer otros mundos; leo. Cuando quiero conocer mis mundos; escribo.

Habitan infinitos mundos en mi interior, que nadie conoce, ni yo mismo se cuántos existen en mí. Los habito de acuerdo con mi estado de ánimo, con infinitos paisajes. Los hay alegres y sombríos llenos de color y también grises, unos llenos de música y alegría, otros tristes y melancólicos, también los hay en término medio, pero no son de mi preferencia, no me gustan los términos medios desde que recuerdo.

No se a ciencia cierta desde cuando nació el mí el deseo de escribir, tengo más claro cuando me nació el incontenible deseo de leer.

He leído que para escribir bien es necesario leer mucho e intento ambos, más lo segundo que lo primero.

También ha aprendido a plasmar mis ideas con pocas palabras, me parece que esto lo hago bien, aunque escribir largas historias es otra cosa, siento que me falta oficio. Oficio que ejercito cada día un poco más, sin un motivo de inspiración verdadero, sólo escribo y dejo que la estilográfica deje fluir su tinta y con ellos las primeras palabras, que en ocasiones dejan plasmada una gran idea, un gran pensamiento, cuando esto sucede lo publico aunque muchas veces, en la mayoría de los casos, lo guardo para mi disfrute personal.

Pocas veces, realmente muy pocas, releo lo que he escrito y esto es para no influenciarme, tratando que cada vez que la estilográfica esté en mi mano surja una idea original o la paráfrasis de una idea previamente encontrada en la lectura.

Ahora mismo no sé que disfruto más; leer o escribir, aunque definitivamente leer y comprender la lectura me resulta más fácil que escribir.

Entonces seguiré escribiendo hasta que surja algo que sea digno de recordar por mí.

Cuando quiero conocer otros mundos; leo. Cuando quiero conocer mis mundos; escribo. 

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