Rafaello es un distinguido vecino que de vez en cuando nos visita, entra a la casa con parsimonia y elegancia, como si supervisara que todo estuviera en su lugar.
Después de su particular recorrido y encontrar todo en su sitio se acerca para ser acariciado, caricias que corresponde sin usura y cuando considera que han sido suficientes arrumacos, regresa por donde llegó, sin perder su dignidad y galanura.
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