En la quietud de la noche estrellada, bajo el manto de la luna plateada, mi corazón susurra tu nombre, como el viento acaricia suavemente el roble.
En cada suspiro, en cada latido, tu presencia se cuela, amor prohibido, como un sueño que se aferra a mi ser, y en mi alma, tu recuerdo quiere florecer.
En cada verso, en cada estrofa, mi pluma busca la forma, de expresar la pasión que me consume, y el amor eterno que por ti resume.
En la penumbra de mis pensamientos, tus ojos brillan como dos firmamentos, y en el eco de mi voz, en la distancia, se escucha el eco de nuestra añorada fragancia.
Así, en el silencio de la noche callada, mi amor por ti, eternamente guardada, se eleva como un ruego al cielo, implorando que seas mi eterno anhelo.
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