El, que no se puede más,
el que se fue perdiendo
a quien sedujo un sol vivo, su verano
El, que en su juventud deleitó la luna desnudo boca arriba
Ese árbol loco por su sombra
El, que floreció una vez, según se cuenta
Sus sinceros vestidos aunados
su bestialidad felina evocan
la sangrienta amargura de su estirpe
El, al que olvidaremos
Aquel decoro altivo, humilde sobre la tierra
¿Recuerdas? Su voz según el viento
clama como un árbol derribado...
El, que sangró lentamente
hasta el final de su poema
soportó su encerrado cuerpo
ante los ojos del mar naciendo marejadas,
y en el calvario de se existencia miserable
construye
una morada con los libros leídos
y en esa celda asfixiante volvió a derrotarse
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