Esa era su manera de querer cotidiana: entregándolo todo, recibiéndolo todo, demostrándolo todo, haciendo de todo un cuánto y cómo únicos, de esa clase de amor difícil de categorizar, de ese amor que sólo aparece una vez y para siempre. Acariciarla era cumplir un deseo perdido, abrazarla era reconciliarse con la vida, besarla como saborear el infinito, poseerla como volver a nacer, una y tantas veces, Lorena era una mujer y varias al mismo tiempo. Solía tener divergencias entre todas sus facetas, pero si en algo coincidían ellas era en que, al momento de amar, al momento de elegir un compañero de vida, siempre terminaba señalándome. Esa era su manera deamar. Siendo absoluta, siendo una.
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