Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

CANCIÓN DE CAMA

Este gozo de alcoba, tan de lino, lleno de sábanas, 
este palpitar de almohadas bajo las sienes dormidas, 
este nuevo llegar hasta el corazón de la cama 
y luego saber que el pie, la mano, lo que a uno le queda de 
pecho, busca, dice, escribe, grita tu nombre, 
y cualquiera siente el momento que se aproxima de morir 
acostado. 
¿Qué es esto sino la ausencia de tu sueño, 
la pérdida de tu respiración a mi lado? 
Se ha perdido ya el hueco de tu cuerpo 
que era la voz de tu carne desnuda hablándole 
íntimamente a la ropa planchada, 
diciéndole a qué horas el brazo serviría de almohada 
y cómo el tibio vientre palpitaría como otra almohada viva, 
funda de seda de nervios y de sangre.

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