Yo no te olvido, habitas en un lugar donde nadie puede tocarte, donde nadie sabe que existes, donde nadie puede herirte, ni yo con mi olvido, ni tú con tu ausencia.
Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.
Noche solitaria
El
caballero sin escudero, quitó su abollada armadura, que pesadamente al
suelo cayó, revisó las heridas de su cuerpo (cubierto por cicatrices que
recordaban su noble trabajo), unas cortadas y moretones más, nada fuera
de lo usual, solo el natural cansancio y la soledad que lo rodeaba...
inhaló el perfume del pañuelo de su amada y fue vencido por un sueño
profundo, muy profundo... Por vez primera, el pañuelo que tan celosamente cuidaba, cayó de sus manos...
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