Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Mi hija no recuerda

“A los hijos hay que darles raíces y alas”, dice un proverbio japonés, solo que olvidamos que esas alas los llevan en ocasiones a volar muy alto, lejos de sus raíces.

Para esos padres cuyos hijos han emprendido el vuelo o están por emprenderlo dedico el siguiente escrito, pues con profundo amor veo como mi hija ha iniciado el vuelo y puedo decir humilde, orgulloso y amoroso, que lo hace majestuosamente, con la temeridad y valentía de una joven segura de si misma, me llena de emoción verla volar así.

Para Víctor Hugo Sánchez con todo mi sincero afecto y aprecio.

Mi hija no recuerda

Mi hija no recuerda cuando jugábamos en el parque y cansada la subía sobre mis hombros para seguir el camino.

Mi hija no recuerda que compraba su lunch cada mañana en la tiendita de Doña Tere cuando íbamos rumbo a su escuela.

Mi hija no recuerda cuando cantábamos juntos mientras yo manejaba y nos reíamos de sus chistes.

Mi hija no recuerda que su primer poema lo aprendió conmigo y cuando lo dijo en la escuela las madres de otros niños lloraron de emoción.

Mi hija no recuerda al señor que nos vendía el refresco en bolsitas cuando estábamos en el parque, después que ella daba vueltas en el volantín.

Mi hija no recuerda las innumerables veces que vimos juntos La Ratoncita Valiente y la Sirenita.

Mi hija no recuerda las cosas que apendió conmigo, ni las veces que tuve que cargarla por caía dormida de cansancio por jugar juntos.

Mi hija no recuerda que soy el hombre en quien puede confiar plenamente y la amará incondicionalmente por siempre.

Y no lo recuerda porque era muy pequeña, pero llegará el día en que sea madre y con amorosa devoción educará a su hijo, como yo lo he hecho con ella y entonces le pido a Dios que me recuerde…  aunque yo ya no esté aquí.

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