Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Corcel y el Caballero


Esa noche Corcel estaba inquieto, recorrió todo el Bosque Encantado, cabalgó hasta que el cansancio lo llevó al lago, donde encontró al caballero sentado bajo el árbol donde pasaba horas con su dama, su ángel...

Pudo ver al espíritu del caballero y caminó lento hacia él para no interrumpir sus pensamientos, que los adivinaba, sabía en quien estaba pensando, lo conocía bien, habían vivido múltiples aventuras y estaban muy unidos. El caballero volteó a verlo y le sonrió, con su mirada triste, como perdido, la rosa de su pecho resplandeciente, lo iluminaba y transmitía ese sentimiento que lo hacía salir de su cripta.

Corcel dio unos golpes en el piso para hacerle saber al caballero que también la extrañaba, ella también podía montarlo, ahora ya no acudía a su rescate pues su buen amigo Entusiasmo, el joven drágon, la cuidaba y el noble caballo ahora lo hacía con su caballero amigo.

Entusiasmo aun no tenía la fuerza para llevarla sobre su espalda, el caballero no tenía cuerpo para montar en Corcel e ir a su encuentro...

A Entusiasmo, Corcel y el caballero los unía la nobleza de su corazón y el amor por ella.

La crin de Corcel le recordaba la cabellera de su amada, intentó acariciarla a través de la crin de su valiente cabalgadura, lo hizo con tanta vehemencia que el noble animal sintió la caricia y no pudo evitar estremecerse, era una caricia con infinita ternura, con infinito amor, el silencio de la noche los envolvía y la luna menguaba, un cielo lleno de estrellas los cobijaba… ambos guardaban silencio.

Así permanecieron mucho tiempo, en silencio, ambos pensaban en ella, ambos la extrañaban de diferente manera, ella tenía un carácter valiente, arrojado e indomable como Corcel, sin embargo ambos se habían entregado al caballero por su paciencia, su constancia, por su entrega total, absoluta y sin pedir nada a cambio, como es el amor. Fue en ese momento que Corcel descubrió un escrito de ella en manos del caballero, era lo que llenaba su pensamiento esa noche:


“Un caballero amado, que con su voz y sus palabras me lleva, me eleva, me incita y hace de mi lo que quiere.”

“Un caballero sabio que me domina y se apodera de mi sentir, de mi alma y mis sueños…”

“Un  caballero apasionado que robo mis ansias, mi pasión y deseo, logrando vibrar todo mi ser, llevándome al éxtasis... ¡Sin medida, sin pudor, ni recato!”

“Un caballero noble que abandona su orgullo y con su amor controla mi terquedad, mi altivez.”

“Un  caballero sensible que con su ternura me hace suspirar.”


Las cosas habían cambiado, él seguía constante en su sentimiento, pero ella ya no sentía lo mismo por él, a pesar de lo escrito, lo había abandonado… esta vez definitivamente.

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