Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

¿De qué modo te amo?

Deja que cante las formas:
Te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano las fronteras del Ser y la Gracia.
Te amo en el calmo instante de cada día, con el sol y la tenue luz de la lámpara.
Te amo en libertad, como se aspira al Bien;
Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria.
Te amo con la pasión que antes puse en mis viejos lamentos, con mi fe de niña.
Te amo con la ternura que creí perder cuando mis santos se desvanecieron.
Te amo con cada frágil aliento, con cada sonrisa y con cada lágrima de mí ser; y si Dios así lo desea, tras la muerte te amaré aún más.

Elizabeth Barret Browning

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