Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El Bosque de la Melancolía

Un decaimiento moral provoca un estado afectivo conocido como tristeza. Es una manifestación del dolor, también afectrivo, mediante el llanto, la falta de apetito, la pérdida del entusiasmo, el abatimiento, etcétera. Es común sentirnos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando consideramos que las cosas que vivimos son más dolorosas que alegres, es una pérdida temporal de la alegría, la emoción justamente contraria.

La melancolía es un estado de tristeza permanente, profunda y sin causa definida, que poco a poco se come las ilusiones, los sueños, la magia, la fantasía y finalmente la vida, pues la lleva al siguiente y peor estado… la depresión.

La depresión termina paralizando la voluntad, pues retarda y pone inerte al ser humano cuando intenta actuar. De la depresión se derivan el horror a comenzar cualquier acción, paraliza, destruye y carcome hasta llegar finalmente al desaliento o la desesperación. En ese escabroso camino se llega hacia la desesperanza extrema, cosechando toda una cantidad de hábitos, como la ociosidad, el insomnio, el actuar mecánicamente, adormecer los sentimientos nobles y profundos, la frialdad, el pensar que no se merecen las bondades de la vida, especialmente el amor, la falta de devoción al rodearse de símbolos transgresores. Es lo más parecido al infierno.

El Bosque de la Melancolía es frecuentemente visitado por personas con profunda tristeza, pero si se pasa mucho tiempo en este, sin darse cuenta se adentran en sus profundidades hasta que le devora, el corazón, el alma y la vida.


Tanto el caballero como su princesa, solían pasear cada uno por su lado en este bosque, el caballero incluso pasó poco más de dos años perdido en tal lugar, llegando a tocar los límites de la depresión, hasta que su propia fuerza de voluntad lo sacó. Sin embargo la princesa no solo es un visitante frecuente, sino que siente que ese es el lugar que le corresponde, de ahí la gran preocupación del caballero por rescatarla, porque ella ha perdido la fuerza de voluntad por estar tanto tiempo en ese bosque y si no ha entrado en la profundidad de la depresión, es debido a que intercambió su corazón con el Caballero de la Rosa y este le regaló además su alma, ambos con la experiencia para luchar contra las profundidades más oscuras del bosque, pues las vivió de cerca, pero parece que está perdiendo la batalla, los cambios constantes de su princesa, así se lo hacen notar, sin embargo él luchará por ella permanentemente, con la fuerza que le da el amor que por ella siente, aunque nunca más vuelva con él, solo procura la felicidad y el bienestar de ella, su ángel, su dama, su rosa.

En el Bosque de la Melancolía habitan todos los seres malignos del universo, algunos se hacen pasar por seres bondadosos que solo ganan la confianza de los quienes que llegan hasta la profundidad, para que con el pretexto de mostrarles las salidas, los lleven hasta un laberinto interior de donde nadie puede salir, ni siquiera con ayuda los alquimistas que algunos llaman hechiceros y los menos severos, magos, quizás solo aquellos alquimistas que se dedican a curar el alma, pero que no habitan en ese miserable lugar.



La gran diferencia entre el Bosque Encantado y el Bosque de la melancolía, es que el primero está lleno de magia, fantasía, alegría, bondad, nobleza pero sobre todo, luz y amor. El segundo se encuentra pleno de hechizos, osucridad, brujerías, demonios, maldad, tristeza sin límites y en ese lugar nunca habitará el amor.

El Caballero de la Rosa ha llegado varias veces para intentar sacarla, algunas ocasiones se ha acercado y cuando está a punto de tomar la mano de su enamorado, huye para refugiarse en un manto de silencio… su especialidad.
 
Alguien que ella vio o creyó ver en un estado de delirio, le dio una pista segura, una clave para encontrar la salida, pero no la ha encontrado, no se ha dado cuenta que la respuesta la tiene en el corazón… el corazón del caballero que ella porta y a quien sigue amando. 

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