Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Delirio

La princesa ahora está bajo el cuidado y protección de la Reina, quien con mucha pena mira el triste estado de su hija sin poder hacer nada y sin encontrar respuesta del mago que la atiende. 

Al llegar y descubrir a un joven dragón acompañando a la Princesa Ángel, no se amedrentó, sin ningún temor se acercó para conocer el estado de salud de su amada hija, su mayor orgullo y giró inmediatamente instrucciones para que se cuidará al instante poniendo un guardia para cuidar también a la princesa.

Con ese sentido práctico que caracteriza a la reina, como utilizar a Entusiasmo, el joven dragón como antorcha para encender los fuegos necesarios del palacio real, a lo que Entusiasmo con su buen carácter accedía sin oponerse y muy divertido de encender fuego que en la mayoría de las veces solo requería de un muy pequeño soplido, e imaginando alguna travesura en cuanto se sintiera más en confianza con la reina, sin embargo, a pesar del guardia de la princesa, no la descuidaba y pasaba la mayor parte al lado de ella pues entre ellos había surgido una estrecha relación. En el transcurso del día se comunicaba con el caballero solo para decirle: “No te preocupes yo estoy con ella, aun cuando cree que camina sola al Bosque de la Melancolía.”


Debido a los somníferos la princesa soñaba y entre sueños se generaban una serie de confusiones en su cabeza, pues creía que el Bosque de la Melancolía era su lugar, cosa más alejada de la realidad, pues su verdadero lugar era el bosque encantado, dónde había vivido momentos maravillosos llenos de alegría, pero sobre todo plenos de amor verdadero. Durante esa misma confusión, creía que su caballero bailaba entre ninfas y faunos, que podía sucumbir en ese “mundo inacabable lleno de tentaciones, deseos e ilusiones”. Nada más alejado de la realidad.

En el Bosque encantado no hay hechizos sino magia, no hay tentaciones debido a que estaba conformado por la magia más poderosa, la que cura todos los males… el amor, cuyo principal representante es precisamente el Caballero de la Rosa, con una voluntad férrea que no cede ante ninguna tentación, pues es ciego, sordo y mudo ante ellas, además en el bosque todos lo quieren y lo respetan, también lo admiran por la devoción que guarda para su amada Ángel. Esa devoción ya trascendió los límites del bosque que cada día es más grande. Las aldeanas desean encontrar a alguien que las ame tanto como el caballero a su princesa.


Mientras soñaba la princesa en su delirio confundió las cosas, bailaba con su caballero hasta el amanecer, acompañados por la exquisita música de Faria, la ninfa curiosa, que en esa noche hizo una interpretación dedicada a los dos enamorados.

Los aldeanos pueden decir lo que quieran, incluso que la princesa no tiene motivos para hacer rabietas o sentir celos, porque al caballero no le importa, solamente le interesa lo que él conoce de ella, ya que rabietas siempre las ha hecho y así la ama el caballero, en cuanto a los celos, es verdad que no tiene motivos para sentirlos, él nunca se los ha dado, pero el caballero ya conoce hasta dónde puede llegar la testarudez de su ángel, pero sabe que aún sedada ella lo busca y lo anhela, pues ya ha sucedido antes y cuando vive ese momento no puede evitar sonreír con resignación de las locuras de su amada.

El caballero conoce el alma de su ángel como ninguno, pues el alma de él vive en ella, sabe de sus temores, sus tristezas y hasta sus demonios, sabe del ser maravilloso y único que es cuando está con él, conoce de ella lo que esconde a los demás para no ser lastimada. Le dice diamante, por su dureza exterior, que es su escudo ante el reino y su fragilidad interior que solo él conoce.

Las ninfas y las hadas admiran sin excepción a la Princesa Ángel, aun las que nunca la han visto, pues dicen que debe ser única y maravillosa porque de otra manera el caballero no se habría enamorado de ella. Faria dice entre suspiros, que entre la princesa y el caballero existe un amor que no es de este mundo, pues solo dos seres como ellos pueden y merecen vivir.

Pero esta vez las cosas son diferentes, la falta de sueño de la princesa puede llevar a consecuencias graves, por eso el caballero se esfuerza en hacerla soñar, pues el sueño pertenece al Bosque Encantado y las pesadillas al Bosque de la Melancolía, que reclama la presencia de la princesa como ave de rapiña a su presa y ella ha sido presa fácil desde hace tiempo, este bosque la ha engañado al punto de hacerle creer que ahí es su lugar. Un ángel no debe pertenecer a ningún lugar oscuro y ella menos que ninguno, pues es el arcoíris de su caballero.

Esa noche de confusión en la mente de la Princesa Ángel, el caballero bailaba con su princesa, hasta que ella cayó agotada en los brazos de él, así la llevo hasta sus aposentos, con el mayor cuidado, como la rosa que es, delirando ella sonreía y trataba de ver al caballero a los ojos que tanto le envidiaba, el solo le decía:

“Duérmete pronto mi amor
que la noche ya llegó
Y cierra tus ojos que yo
de tus sueños cuidaré
siempre a tu lado estaré

Y tu guardián yo seré
toda la vida
si un día te sientes mal
yo de bien te llenaré.”

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