Al otro lado del bosque
encantado vivía una Princesa, tan fuerte que de día trabajaba con los
quehaceres diarios de la alta nobleza y tan débil que todas las noches hasta el
amanecer se refugiaba en el bosque de la melancolía, allí en medio
del silencio, en la penumbra de la noche, bajo el reflejo de la luna, trataba
de escuchar la melodía de violines que lleva en lo más recóndito de su
corazón.
A su lado, siempre la acompaña un hermoso y colosal dragón que la protegía,
llamado Entusiasmo. Poco a poco, los dos se fueron haciendo grandes amigos. El
sentimiento de la Princesa era más que recíproco, ya no solo sentía profunda
admiración por el dragón, no se imaginaba un día de su vida sin él.
El dragón por su parte, tenía ciertos momentos de debilidad. A veces le daba la
sensación de que no podía llenar el vacío que sentía con la presencia de la
Princesa, aún cuando lo disimulaba muy bien ante ella, la Princesa
lo notaba...
Y era que el noble Entusiasmo, extrañaba a su dueño; el Caballero que
yacía en la cripta, por eso todas las noches mientras la Princesa dormía,
Entusiasmo volaba al otro lado del reinado, al bosque encantado para cuidar
celosamente la cripta del Caballero y transmitirle todos sus pensamientos pues
ellos estaban ligados mentalmente y podían comunicarse entre sí.
Todas las noches esperaba con paciencia para su huída, pero hoy Entusiasmo
estaba inquieto y desesperado porque la Princesa se durmiera y al primer ligero
sueño se fue como de costumbre, de forma sigilosa sin que nadie supiera...
En esta oportunidad y por primera vez ansiaba llegar para contarle al Caballero
algunos secretos de la Princesa... Comenzó diciéndole; lo siento
Caballero, pero paseando por el bosque con la Princesa me confesó que a ella no
le agrada, es más, pienso que mucho la incómoda el nombre Di, porque no surgió
de alguno de ustedes dos, sino que vino de un tercer ser, un Hada azul, que tú
Caballero permitiste se inmiscuyera en ese mundo mágico, único e impenetrable
que la Princesa le llamaba “tú y yo” somos uno. Sin embargo, también
dijo, si las acciones del Hada; que adorne tu cripta con flores, te cante
sus canciones y te llene de alegría, será el alivio cuando tu corazón se sienta
invadido por el recuerdo y la tristeza... Si entierras los pesares, si
sanaran todas tus heridas y nunca más estarás triste, la princesa no se
opone, solo te pide Caballero, no llamarla Di.
Entusiasmo continuaba diciéndole al Caballero, desde que ella se alejó
solo la consuela la luna que alumbra su rostro humedecido por las lágrimas que
esconde y que llevan tú nombre. A veces, la brizna del mar le trae aroma de tu
aliento, además escucha secretas canciones que repite y repite sin parar y sus
suspiros vuelan en la distancia.
Dice que al castillo llega tu voz y hasta tu presencia ¿Son acaso ciertas
Caballero las frases que en las noches escucha nuestra Princesa? Además
noche tras noche, reflexiona en las consecuencias de haberse ido y susurrando
al viento repite: Lo siento no quería lastimarte...
Aunque estoy con ella a todas horas comenta Entusiasmo, no he podido dilucidar
y la duda me acaba por dentro, me pregunto el ¿por qué? provocando algo absurdo
como un adiós, la Princesa se alejó, si cada noche regresa la añoranza por tus
brazos que la estrechaban con amor y sinceridad...
El tiempo se detiene por un instante, las velas alrededor de la cripta se
extinguen lentamente con el viento... Vuelve la calma en el viento, termina el
silencio. Entusiasmo insiste solo podemos hablar en la complicidad de la noche,
Caballero me pediste que siempre la tuviese a la vista, que nunca la
dejase sola, me delegaste la misión de protegerla y cuidarla, pero bien sabes
que ella es muy voluntariosa y sin que nadie ya nadie la controle, no toma las
pócimas y allá, indefensa cada vez mas débil y sola, a merced de la luna va
perdiendo lucidez, sólo siente apatía ante rostros que no ven, palabras que no
sienten, con una mirada perdida en el horizonte del desamor.
Mientras el Caballero
escuchaba con mucha atención a lo que le decía Entusiasmo, lejos muy lejos,
casi cerca del cielo y bajo una espesa neblina estaba el castillo, en la torre
mas alta se encontraba la alcoba de la princesa que había despertado por
un resplandor que entraba en su ventana y que salía de la nada, parecía como a
una lluvia de estrellas fugaces que resplandecían el cielo que sólo ella podía
contemplar. Al ver que estaba sola, salió atravesando el
bosque oscuro... Caminaba y caminaba en silencio, ya cansada decidió sentarse
en una piedra, cerró sus ojos y recordó que en uno de sus tantos caprichos le
robo al Caballero al pequeño dragoncito, y él siempre paciente y complaciente
se lo dejó. Permaneció allí un largo rato recordando... La imagen de dos
enamorados sentados al borde de un mar de sueños y de ilusiones, fundidos en
una sola esencia y rodeados del cálido y acogedor abrazo, la luna como testigo.
De pronto la Princesa se levanta, continua caminando y en el silencio de la
noche sólo se escuchaba su voz... "Los infringidos de mis pensamientos
bajo el hechizo de la luna llena hacen de mi un pensamiento perpetuo, dueña
de un futuro ya vivido ando por dos mundos uno real y uno por descubrir
en compañía de un ser amado en una gran cripta encerrado, solos pudiendo observar
la oscuridad en compañía de las lágrimas de la luna, las almas unidas cruzan el
sendero de la inmortalidad..."
"Aunque nunca será lo que
el mundo espera, a veces mi alma juega con la soledad y si te alejas tendré
miedo de caminar..."
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