Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Faria, la ninfa curiosa

Las ninfas eran seres de una belleza inigualable y encantadoras que habitaban el Bosque Encantado y lo llenaban de música y canciones, les gustaba la poesía y era frecuente encontrarlas en grupo, las más osadas paseaban por la ladea y  los aldeanos que lograban verlas, caían irremediablemente enamorados de ellas. Era muy difícil ganar su amor pues eran seres muy superiores en sentimientos y emociones, sin embargo algunas habían logrado enamorarse de algún aldeano y pasaban el resto de su vida con sus parejas, formando y educando a su familia, era lo mejor que había en la aldea.

Eran acosadas frecuentemente por los faunos, mitad hombres y mitad machos cabríos, cuyo apetito sexual por las ninfas era irrefrenable. Los faunos servían a los aldeanos enseñándoles el arte de la agricultura y el pastoreo, cuando lo aprendían las cosechas eran extensas y las ovejas suficientes, tanto que podían comerciar con las aldeas lejanas dejando grandes ganancias que les permitía vivir muy bien y cómodamente.

No se puede concebir a las ninfas sin los faunos, pues estos siempre estaban en su búsqueda y sabían cómo localizarlas. No pocos faunos perecieron bajo la espada del caballero quien las protegía, varios de ellos aprendieron a cortejarlas con música, así algunos de ellos lograron convivir con las ninfas y en no pocas ocasiones lograron tener por pareja a una bella ninfa, era el mejor momento del bosque, las bodas, pues había fiesta y música por casi una semana hasta que todos caían desfallecidos por el cansancio, pero el lugar se llenaba de felicidad.

Nadie conocía el fruto de la unión entre ninfas y faunos, incluso también era desconocido para el Caballero de la Rosa, pero discreto como era no le preocupa mucho, pues el fruto del amor hace cosas maravillosas, así que también  deberían ser seres excepcionales.

Una mañana muy temprano el espíritu del caballero regresaba de compartir el amanecer con su ángel, caminaba en dirección al otro extremo del bosque para derribar unos cuantos molinos y luego reconstruirlos, pues este era su ejercicio diario, además de dar largas caminatas para mantenerse en forma, sintió que alguien lo seguía, sin mirar atrás preguntó; “¿Por qué me sigues?”, detrás de unos arbustos salió Faria, una joven ninfa de ojos grandes y expresivos, quien al sentirse descubierta y muy sonrojada le contestó al caballero con timidez; “Quería verte de cerca, he oído hablar mucho de ti y deseaba conocerte, pido disculpas a mi señor por haberlo interrumpido”.

Al caballero le gustaba estar rodeado de jóvenes pues lo llenaban de vitalidad y entusiasmo y estos lo seguían gustosos e invariablemente le correspondían con mimos y alegría, así que el caballero le dijo a la joven ninfa; “No camines detrás de mí, si eres buena caminante acompáñame, así el camino parecerá más corto”. Los ojos de la ninfa se iluminaron y en un instante estaba al lado del caballero viéndolo con gusto, pues en verdad quería conocerlo.

-¿Cómo te llamas? Preguntó el caballero.
-Faria señor, ¿es verdad que lleva una rosa dentro de su pecho?
-Efectivamente, me acompaña a donde quiera que voy.
-¿La puedo ver?

La insolencia de la joven le causó gracia al caballero y río a carcajadas diciendo; ¿Te imaginas que le enseñara mi rosa a todo aquel que me lo pidiera? ¡Andaría sin camisa! Ya es suficiente con solo ser un espíritu.

La respuesta del caballero no amedrentó a Faria quien era muy curiosa y prosiguió; ¿Cómo puedo encontrar a alguien que me ame así?

-Es cosa de tiempo, primero debes cultivarlo en ti, no debes pedir lo que no eres capaz de dar.
-¿Y eso lleva mucho tiempo?
-Varía de persona en persona, hay quienes nunca se dan tiempo para ver su interior, están demasiados ocupados en las cosas materiales.
-¿Cómo aprendiste?
-Siempre encontré buenos maestros a lo largo de mi vida, estuvieron ahí en el momento justo y tuve la disposición de aprender de ellos, pero en el amor el Gran Creador me enseñó como debo hacerlo y ahora es mi único maestro de quien sigo aprendiendo.
-¿El Gran Creador?
-Sí, es quien ha hecho todo lo que ves y lo que no ves.
-¿Tu ángel es bella?
-Más en su interior que en su exterior.
-¿Coinciden en todo?
-No necesariamente en todo, tenemos algunas diferencias pero coincidimos en lo importante.
-¿Diferencias cómo cuáles?
-Ella padece insomnio, yo duermo como bebé, cuando duerme lo hace tarde, yo duermo temprano y también me levanto temprano, ella lo hace tarde cuando puede hacerlo, ella habla de belleza y no de nobleza, ella prefiere el mar y yo el bosque, le gusta el calor y yo prefiero el frío, no le gustan las hadas porque no las conoce y a mí no me gustan las princesas precisamente porque las conozco, ella está presa en su mundo exterior y yo estoy preso en mi mundo interior, ya ni que decir sobre que ella es razón y yo sentimiento.
-¡Pero ella es un princesa! Inquirió la ninfa con sorpresa.
-Antes que princesa es un ángel, uno maravilloso, único, excelso y divino por eso me enamoró, se convirtió en mujer para poder amarnos.
-¡Pero tú eres un príncipe!
-Ya no, los príncipes no son muy diferentes de las princesas.
-¡Tú eres un príncipe diferente!
-Antes que príncipe soy un caballero y lo prefiero, pues me mantiene en contacto con otros seres.
-Si tienen tantas diferencias ¿cómo lograron amarse tanto?
-Ese es precisamente el secreto del amor, amar más allá de las diferencias, no existen personas perfectas, uno ama por encima de sus imperfecciones y logra encontrar coincidencias.
-¿Cuáles son esas coincidencias?
-Cuando estamos juntos nuestros mundos se unen, no chocan, se complementan y disfrutamos nuestra compañía, somos libres y tocamos el cielo, es una experiencia única, eso le da sentido a nuestro a amor y el tiempo no rinde, corre rápido, pero nos deja un sabor maravilloso y una sensación indescriptible en el cuerpo y en el alma, aun a la distancia.


Durante el camino varios suspiros se escaparon de Faria, al principio se sonrojaba cuando se le escapaban, pero ahora se sentía en confianza con el caballero y los dejaba fluir libremente, era una ninfa soñadora.

-Eres muy extraño.
-Prefiero pensar que soy diferente.
-Jajaja me gusta platicar contigo, rió Faria
-A mí me también gusta platicar contigo, aprendo cosas. Contestó el caballero.
-¿De mí?, ¡pero si tú tienes más experiencia! Exclamó asombrada la ninfa.
-Podemos aprender de todos si sabemos poner atención y escuchar. Replicó el caballero.

La ninfa se sintió orgullosa con ella misma por las palabras del caballero, se sentía cómoda, segura, confiada, era una cualidad que él tenía con muchas personas, por eso se acercaban a él para pedir consejo… excepto ella.

-¿Que aprendiste de ella?
-Aprendí que tenía en mí cosas que había perdido con el tiempo, a recuperarlas y hacerlas crecer, a desear ser mejor persona, encontré cosas que no sabía que vivían en mí y todas se las dediqué a ella, porque ella me ha hecho una mejor persona, desear vivir intensamente cada instante, me ha hecho volar y tocar el cielo, me ha hecho apreciar su compañía y aprendí más de la conducta humana a partir de mí mismo.

La joven y curiosa ninfa no dejaba de suspirar, de pronto se puso seria y preguntó:

-¿Has dado muerte a muchos faunos?
-Desgraciadamente si, a los que representaban un peligro para ustedes, hasta que comenzaron a entender que el amor logra cualquier cosa, rompe barreras, distancia, tiempo, pero se requiere paciencia y constancia, el amor es una flor que debe regarse diario.
-Ahora entiendo porque llevas una rosa en el pecho.
-La riego diario.
-¿Nunca antes tuviste una rosa?
-Ahora que lo preguntas, me doy cuenta que nunca antes la llevé, es la primera vez en toda mi vida, como te dije ella sacó lo mejor de mí, por eso vive en mí y la alimento a diario, hizo que hiciera muchas cosas nuevas para mí, que inmediatamente dediqué a ella, solo a ella. El Bosque Encantado era mi refugio durante la niñez, era pequeño pero ella lo hizo crecer, ella lo embelleció y lo enriqueció, otra de tantas cosas que me regaló.
-A veces siento miedo de que se pierda el bosque, presiento peligro.
-Por eso estoy aquí, todavía hay ogros, brujas, demonios y seres malignos, últimamente rondan por el castillo de mi ángel llenándolo de bruma, quiero alejarlos de ese lugar, nada impide que vengan aquí y es mi decisión que eso no suceda.
-Tú ya no paseas por el Bosque de la Melancolía.
-Porque se de los peligros que existen en el lugar, solo voy a intentar rescatar a mi ángel… sin éxito. Dijo con tristeza el caballero.
-No te pongas triste, tú eres muy persistente y decidido, hasta necio podría decir, tarde o temprano lo lograrás.
-La necedad es algo que ella me contagió, es especialista. Y soltó una gran carcajada que inmediatamente contagió a Faria.
-¿Sabes? Durante el camino he tenido la intención de abrazarte, siento la necesidad de hacerte sentir bien pero sé que no puedo hacerlo.
-Porque mi cuerpo también le pertenece, cuando estemos ella y yo juntos, porque siento que lo estaremos, te buscaremos y nos abrazarás a los dos.
-Sí, sí, sí, dijo con entusiasmo.
-Pero yo sí puedo abrazarte a ti, si no te incomoda.
-Hazlo por favor, no me incomoda.

Faria cerró sus ojos, porque con los ojos cerrados se sienten más las cosas buenas, cuando se cierran los ojos se mira desde el interior. El caballero la abrazó y ella que era baja de estatura pudo sentir en el pecho del caballero el palpitar de su rosa, entendió mejor el significado de las palabras del caballero y se llenó del más puro, humilde y sincero amor, ese fue el preciso momento en que comprendió una a una las palabras del caballero.

-Gracias mi señor he sentido algo nuevo en mí, sé de hablas cuando te refieres al amor, lo cultivaré dentro de mí para dárselo al ser indicado, quiero que el día de hoy te sientas muy feliz, aun con tu mirada triste y quiero darte un regalo y me ofenderá mucho si lo rechazas. Dijo la ninfa con picardía e inteligencia, dejando sin salida al caballero.

-Me has dejado sin alternativa, nunca hago o digo algo para obtener un beneficio pero puesto de la forma en que lo has hecho, aceptaré tu presente. Dijo el caballero.

-Voy a tocarte música para que cierres tus ojos y ella en donde quiera que esté venga y baile contigo.

Inmediatamente Faria tocó con el más puro y sincero sentimiento para su señor, como ella le llamaba y el rostro del caballero se iluminó, estaba bailando con su ángel, no le importaba ejercitarse con los molinos ese día, solo bailaba y bailaba con su ángel acompañados por la bella música que ejecutaba Faria, quien tocaba desde el fondo del corazón para dos enamorados, una joven ninfa que en esa mañana había iniciado una sincera amistad con  él.


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