Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Karisma, el fauno con un corazón de oro

El caballero caminaba hacia el Bosque Encantado después de acompañar los sueños de su princesa, en el camino lo esperaba un fauno, Karisma quien era poco agraciado físicamente, pues era grande, obeso y nada bien parecido, a cambio tenía un corazón más valioso que el oro, el caballero siempre veía hacia el corazón, no le importaba el físico de las personas.


Karisma era muy querido por quienes lo conocían y no pocas ninfas lo buscaban con constancia, una de ellas Zury, su gran amiga, la pasaban haciéndose bromas y haciéndole bromas a los demás. Era muy inquieto, curioso, con gran entusiasmo por aprender y siempre interrumpía al caballero con sus preguntas, a éste no le molestaban pues había notado el hambre del fauno por conocer cosas nuevas, aunque a veces había que repetírselas varias veces para que entendiera, cuando lo hacía ponía en práctica lo aprendido y lograba más y más experiencia, pero no se conformaba, quería saber muchas cosas y era muy inquieto en este sentido, como joven que era tenía muy poca paciencia, pero admiraba la paciencia del caballero.

Esa mañana el caballero aun en espíritu se veía más vivo que nunca, pero un rasgo sobresalía, su mirada ya no era triste, en su verde mirada se reflejaba un brillo de esperanza.

-Bueno día noble y valiente caballero, dijo Karisma pretendiendo adularlo.
-Buenos días ¿Qué vas a preguntarme hoy? Dijo el caballero quien no se dejaba adular pues la vanidad, no habitaba en él desde hace mucho tiempo y conociendo de antemano las intenciones de su amigo.
-¿Qué es el amor? Preguntó sin ningún preámbulo, directo, sin rodeos, cómo siempre lo hacía, actitud que agradaba al caballero.
-Pregunta difícil de contestar, yo mismo me hago esa pregunta y no siempre me contesto con las mismas palabras. Respondió el caballero, continuando con su respuesta.
-El amor esa esa fuerza que une a las personas más allá del tiempo y la distancia, derrumba todos los muros y destruye cualquier barrera, es esa ilusión que nos hace vivir intensamente cada día, es una sensación que te impele a ser mejor día con día, a crecer, a madurar, y amar quien eres y lo que haces, va más allá de lo físico, llega hasta lo más profundo de cada ser y cuando se tiene, se comparte a los demás, se contagia y hace que la vida cobre sentido.
-¿Cómo se debe amar?, preguntó Karisma.
-“El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre.”
-¡Eres un sabio!, dijo sorprendido Karisma que además se caracterizaba por su sinceridad, una cualidad del joven fauno.
-No son mías tales palabras, son del Gran Creador, el me las enseñó y yo pensé que era muy difícil llegar a esa condición, fue cuando entonces llegó ella a mi vida y comprendí que era posible, desde ese maravilloso día, vivo el amor así y eso me llena no solo de felicidad sino también de una profunda paz interior que me hace estar bien conmigo mismo y con los demás.
-¿Cómo puedo pedirle a alguien que me amé así? Prosiguió el fauno tratando de guardar cada palabra en su corazón.
-No debes pedir lo que no das en primer lugar, ni puedes entregar lo que no tienes, eso sería un engaño, donde el primer engañado serías tú.
-¿Cómo es eso? Preguntó sorprendido el fauno.
-Es fácil amar a quienes son buenos contigo, lo difícil de aprender es amar a quienes te han dañado, el secreto no está en olvidar sino en recordar sin dolor, aprende de cada ofensa y mira si tú nunca la has cometido, de ser así tu corazón está listo para recordar sin dolor pero si tú también has cometido esa ofensa, perdónate a ti mismo y aprende de tus errores, después perdona a quien te agravió, recuerda sin dolor y tu corazón estará en paz.
-¿Cómo los dragones que ahora son buenos y ya no nos atacan? Replicó Karisma.
-No nos atacan porque nadie les ha enseñado a hacerlo, todos aprendemos de lo que nos enseñan, pero más importante que todo es que nos vean practicar lo que les enseñamos, recuerda que se predica con el ejemplo.
-Tú eres un ejemplo del bosque, dijo el fauno quien no dejaba de interrogar al caballero.
-También lo son los animales y los seres que lo habitan, contestó aquel para continuar, nos tratamos con respeto, con cariño, con amor, nos cuidamos unos a otros, nos acompañamos y nos apoyamos.
-Pero este bosque es de tu creación y me dicen que antes no era tan grande, sin embargo no hay seres humanos aquí, tú eres el único.
-Y la princesa, respondió inmediatamente el caballero. Este bosque fue mi refugio durante la niñez, aquí venía a ver atardeceres y escaparme del mundo que me rodeaba y que no entendía. Entonces crecí y lo olvidé, creciendo mi desesperación y mi soledad, hasta que llegó ella como un ángel y me hizo recordar cómo llegar hasta aquí. Lo encontré hermoso aunque abandonado y me produjo una profunda tristeza haberlo olvidado, me puse a trabajar en él, pues mi princesa quería un lugar encantado que yo ya poseía y quise regalárselo, es precisamente el amor lo que lo ha hecho crecer, pero no hubiera sido posible sin ayuda de ella. 
-Entonces el amor es la fuerza más poderosa que hay ¿verdad? Dijo el fauno quien parecía comprender las palabras del caballero. ¡Por eso eres invencible!
-No, no los soy, prueba de ello es mi condición actual pero es precisamente el amor, lo que me tiene con vida. Dijo el caballero que dejaba ver de su pecho un grandioso resplandor que emitía su rosa, ella sabía perfectamente de lo que hablaba el caballero.

Después siguieron caminando en silencio, las palabras del caballero habían encontrado en el corazón del fauno un terreno fértil, éste guardaba silencio y reflexionaba en lo que acaba de escuchar, especialmente en “No debes pedir lo que no das en primer lugar.”

Así continuaron su camino, hasta que el fauno distinguió a la ninfa Zury,  intentó darle un abrazo tan fuerte a su amigo a manera de un hasta pronto, olvidando que solo su  princesa podía tocarlo, que fue a parar en roble dándose un golpe que hizo caer varias hojas, causando la risa del caballero, el fauno y  la ninfa que ya los había distinguido.

El caballero ayudó a levantarse a su efusivo amigo para continuar su camino, dejando atrás a Karisma y Zury, quienes no paraban de reir, el mente de aquel sonaba una tonada:

“Si me dieran a elegir una vez más… te elegiría sin pensarlo…”

No hay comentarios.: