Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La visita de la Princesa

Caminaba el caballero rumbo a su cabaña, cansado de la larga jornada, a medianoche, vestido como aldeano y con la intención de llegar a su alcoba para descansar un poco, con el propósito de alcanzar a su princesa en los sueños de ella, cuando de manera súbita  una parte del camino se iluminó…

Primero escucho una voz, no podía creer que era la voz de ella, esa voz que lo hacía suspirar, soñar y volar…

 
Después de los destellos iniciales, pudo entonces distinguirla, ¡era ella!, ¡su amada princesa! Era la primera vez después de algunas veces que se encontraban fuera del mundo de los sueños.


No fue fácil para él articular palabra, tampoco para ella, ambos estaban sumergidos en un ensueño que con solo verse era más que suficiente, los sentimientos estaban más que presentes y se les notaba a ambos el amor que se tenían, ella fue la primera en hablar y él lo hizo después atropellado, conteniendo su emoción para no atropellarse con sus palabras, era tanto lo que le quería decir, era tanto lo que quería saber de ella, pero se contuvo porque era más importante saber cómo estaba ella, qué había hecho en todo este tiempo, cómo se sentía, qué pensaba y así una serie de sentimientos y emociones brotaron de ambos.

Ahí frente a él estaba ella, con esa mirada que solo es para él y esa sonrisa inigualable, la princesa es bella, pero su mirada, su sonrisa y su voz son el más preciado tesoro del caballero y eso justamente era lo que estaba recibiendo.

Se miraron con el más profundo amor, el amor verdadero, el amor que se profesan, pero solo duró un instante, pues sus obligaciones reales la reclamaban. Al principio ella no hablaba, reconocía cada una las facciones de su amado, como tratando de encontrar un cambio, alguna señal distinta. Lo que encontró fue que los sentimientos de él hacia ella, no solo no se habían perdido, sino que seguían creciendo y eso la alegró, incluso rieron por sus bromas, el tiempo había hecho un buen trabajo, había hecho crecer ese fuego que los unía, esa fuerza que los ata y los mantiene juntos, ese hilo rojo que pocas veces se da en dos personas, el tiempo les había mostrado que el amor que ellos se tienen, es mayor que la distancia y el tiempo mismo.

En el aire flotaba además del amor, la esperanza. La princesa había encontrado el don que tanto anhelaba, pero como todo don debe desarrollarlo y hacerlo crecer, al menos eso es lo que ella piensa. Ese don es el de poner primero sus sentimientos por encima de su razón, para poder amar más al caballero. No está consciente de que tiene un tiempo que lo viene haciendo.

Esa noche el caballero viajó como todas las noches hasta los aposentos de la princesa para acompañarla en sus sueños, la besó suavemente y la abrazó como todas las noches, un suspiro y luego una sonrisa fueron la señal para que él supiera que ella había notado su llegada.

A la mañana siguiente, en el lugar donde había estado la princesa, además de destellos de ángel, habían brotado las más hermosas margaritas.

No hay comentarios.: