Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Un llamado desesperado

El espirítu del caballero vaga todas las noches por el lugar en donde una noche se le apareció su ángel, con la ilusión de que lo siga como sucedió en aquella ocasión, para seguirla hasta encontrarse en ese lugar que era solo de ellos, tomarla de la mano y entonces caminar juntos como solían hacerlo.

Todos los días su espíritu la mira de lejos le cuenta sus sentimientos y el gran amor que le profesa, con la esperanza de alcanzar su corazón, desea juntos vencer las barreras del tiempo y la distancia para dedicarse a cuidarse mutuamente, día tras día, un día a la vez.

Todos los días espera una señal directa de ella para poder acercarse, él es capaz de luchar contra ogros y dragones, no teme hacerlo con ninguna bestia, pero su valor se ve mermado cuando se trata de ella, la única persona ante la cual es totalmente vulnerable.

El caballero tiene miedo, duda en acercarse pues teme ser rechazado ahora que es un espíritu, casi un fantasma al que se le ha ido el corazón, el alma, su ser entero y hasta la vida tras ese ángel convertido en mujer.

Cuando descubrió que la amaba se entregó por entero a ella como dicen estas bellas palabras; "Cuando el amor te llama, síguelo, aunque sus caminos sean difíciles y escarpados, y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él, aunque la espada escondida entre sus plumas pueda herirte."

Esta noche el la escuchó musitar; "El amor se siente en lo hondo del corazón; es una vivencia deliciosa, es un fuego que consume, es vino divino, delirio del que lo bebe." Es ese amor lo que a él lo mueve.

Y desde la lejanía le dijo: "Ángel, mujer y rosa, te amo más allá del tiempo y la distancia, más allá del infinito, no sabes cuanto mi amor te anhela, te busca, te reclama,  te extraña, te di lo mejor de mí, lo mejor que pude darte y lo volvería hacer ahora con la experiencia de haber estado sin ti, ausente y lejana, no tengo otra manera de sentir por ti que no sea amor."

Tan solo si ella acudiera al lugar en dónde se vieron por vez primera, donde él la espera cada noche, con la esperanza de verla llegar, para entregarse a ella y sacarla de esa tristeza que refleja su mirada y que solo él comprende. Como un espíritu, en ese lugar el cerró los ojos, suspiró y desde lo más profundo de su ser pensó en ella: "Por favor acércate... para cuidarte."

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