Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El placer de verla dormir



La Princesa Ángel padece insomnio desde hace mucho tiempo… excepto cuando está con el Caballero de la Rosa. El amor que los une tiene un efecto narcótico en ella. Cuando están juntos, basta con que él la tome en sus brazos, le susurre palabras de amor al oído, mientras acaricia su cabello, con palabras tiernas y dulces, la princesa comienza a cerrar sus ojos, sonríe, suspira y poco a poco se queda profundamente dormida.




Ese momento cuando ella está dormida en sus brazos es el que más disfruta el caballero, ella le regala su sueño, se siente segura, protegida, cuidada pero sobre todo, sabe y siente el gran amor que el caballero le profesa.



Pero ella no hace fácil el trabajo del caballero, lo incita, lo trata con picardía, lo provoca, el caballero cede sin dificultad, conoce el juego de ella, la conoce muy bien, en cuerpo y alma, una fuerza invisible los une inexorablemente, inevitablemente, los hace uno solo, se aman profundamente.



La picardía de la princesa consiste en dos cosas, provocarlo eróticamente o moverse constantemente para no dormir, aunque esté cayéndose de sueño, para ella estar con su amor es el más grande de los placeres. Pero el caballero la conoce tan bien que es casi imposible para ella no caer dormida en sus brazos.



Cuando por fin concilia el sueño, él la cuida, no puede dejar de admirarla, la ama intensamente, sin límite, sin remedio y sin medida y disfruta verla dormida en sus brazos.



En muchas ocasiones el despierta durante la noche para asegurarse que ella está bien y la observa con ese rostro que aun en la oscuridad ilumina la habitación… y el alma de él. Cuando esto sucede, quita el largo y abundante cabello del rostro de ella y lo besa tiernamente, cuidadosamente para no despertarla, ella parece sentirlo, suspira sonríe, dice el nombre de él bajito, le dice “Te amo”, así dormida, ella está ligada a él, los une un vínculo muy fuerte que va más allá de ellos mismos. El acaricia sus hombros y ella lo aprisiona con sus piernas y sus brazos, como no queriendo separarse de él, no deja espacio entre ellos, a él le cuesta trabajo moverse para no despertarla, aun así lo consigue para acomodarla, cubrirla y darle calor con su cuerpo. Besa su frente, sus ojos, sus mejillas finalmente sus labios, sutil y suavemente, ella invariablemente suspira y sonríe.



El caballero descubrió que cuando la princesa duerme, parece niña traviesa, parece fingir que duerme pues siempre le sonríe cuando lo siente despierto, pero aun dormida no deja de abrazarlo, de aprisionarlo, de enredarlo con sus brazos y piernas, en ese momento no hay nada que haga al caballero más feliz, ella lo sabe suyo y ella se ha entregado a él, el vigilante y dueño de su sueño, se corazón, su alma y su vida, así justamente él la ama a ella.



Al momento de dormir se aman sin palabras, con el calor de sus cuerpos sin nada que se interponga entre ellos, se aman en sus sueños compartidos. Ambos son felices con su amor.



La noche es un momento mágico para él, ella una gran mujer que dirige un reino, se torna en una niña traviesa y pícara al momento de dormir, queda indefensa ante el amor que de él recibe, es cuando ella le da el regalo de su sueño, un hermoso regalo de amor, le gusta admirarla, nada hay que se compare al placer de verla dormir…

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