Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La importancia de los ritos

-“Qué es un rito”
-Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas.”

El Caballero de la rosa recordaba estás palabras leídas en su niñez, palabras que siempre había guardado en su ser, ahora las recordaba, más que nunca, pues los ritos entre su amada princesa y él se habían roto… una vez más.

Ella ya no le escribía y los mensajes eran cada vez más distantes y cortos, solo cambiaban cuando ella lo reñía, entonces si se daba tiempo la princesa, esto último lo divertía, aunque la vez más reciente lo hizo enojar como pocas veces recuerda, pero como siempre las cosas se aclararon y todo quedó atrás, todo quedo olvidado.

No deben confundirse los ritos con la rutina, la rutina es lo que se repite cotidianamente, los ritos son algo especial, son algo distinto. Ella había caído inexorablemente en su rutina, pues sabiéndose muy amada por el caballero, lo había descuidado nuevamente, cosa que aunque a él ya no le lastimaba, pues sabía de la inconstancia de su princesa y de las espinas de su rosa,
tampoco le gustaba,

Los ritos son importantes porque aunque el corazón esté preparado,
late más aprisa cuando se sabe de la existencia del rito, hace que todo se vea distinto, que todo sea diferente, que todo luzca mejor, los ritos le dan un sentido diferente a la vida. En eso creía el caballero, era algo que tenía siempre presente, que era parte de él.

No deben ser muchos
los ritos para que tengan un profundo sentido y deben dedicarse entre dos personas, así no solo tienen sentido, sino que se vive intensamente. Ellos tenían uno que para el caballero era muy especial, al caer la noche él la esperaba para conversar y terminar el día con su sonrisa, su mirada, para dormir acurrucados uno en el otro. Pero no siempre sucedía, la princesa había vuelto a su rutina, dejando no pocas veces esperando al caballero hasta que el sueño lo vencía y no sabía de ella sino hasta al otro día, muchas veces bien entrada la mañana… o la tarde.

En ocasiones era difícil mantener una conversación con ella, pues siempre estaba ocupada para el caballero, este no podía buscarla cuando lo deseaba, pues su princesa estaba inmersa en sus obligaciones reales, así que debía esperarla hasta que ella se desocupara, cosa que no siempre sucedía pues ella era muy desordenada y muy mal organizada, en ocasiones aun estando con él seguía haciendo sus actividades prestando poca o ninguna atención al caballero.


La princesa estaba en su nivel de confort, había caído en su agobiante rutina, al caballero no le gustaba el confort, ni la rutina, amaba los ritos entre ellos. Sin embargo él se estaba volviendo indiferente a su indiferencia, eso no era bueno para su relación. Ella ya no lo buscaba ni contestaba a sus mensajes con oportunidad, no lo enamoraba, no buscaba sorprenderlo, ni hacerlo suspirar, solo lo ignoraba...

Esa noche recordaba su rito nocturno, ella comenzaba platicando de las cosas que le preocupan o molestaban, hasta que el caballero terminaba haciéndola olvidar su cuitas, arrancándole una sonrisa, poniéndola feliz para dormir los dos con la alegría del amor que se profesan, juntos, enamorados, sabiendo que se tienen uno al otro.

Pero ese rito ella también lo había roto, así que mientras pensaba en ello, el caballero se retiró a su habitación, se recostó y esperando a su princesa se quedó dormido... soñando con ella.



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