Nos hacíamos desierto para habitarnos,
Para vaciar los temores y los desencantos;
Para olvidar antiguos amores
Y antiguos adioses no pronunciados.
Nos hacíamos tempestad para habitarnos,
Para renunciar a rencores, a riñas,
A dolores del pasado.
Nos hacíamos mar para habitarnos,
Para sosegar miedos, razones y rezagos;
Para apaciguar los silencios apresados.
Y nos hacíamos cuerpo, soledad, palabra y pecado;
Nos hacíamos recuerdo y sensación, delirio
Y sentimiento confesado.
Y nos hacíamos caudal para habitarnos,
Para llenar los vacíos que no llenamos,
Para obviar lo obvio,
Para razonar lo no razonado.
Y así, nos habitábamos,
Haciéndonos desierto y tempestad,
Mar, cuerpo, soledad, palabra y pecado;
Haciéndonos caudal para llenarnos.
Y así, volviéndonos a habitar,
Nos hacíamos uno,
Nos hacíamos más,
Nos hacíamos el amor entrelazados.
Convirtiéndonos en mar,
Para llenarnos de horizonte,
Anhelo, barca, viento, vela y faro;
Para que no muera el amor,
Para que el dolor no duela tanto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario