Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El regreso de la Princesa Ángel

Con ese sutil encanto y sensibilidad propia de la Princesa Ángel, le hizo llegar imágenes de la cabaña, el lago, un puente, un molino y algo que llenó de alegría el corazón del caballero, una margarita con una pequeña rosa en el interior, que se incrustó sin más ni más en el corazón de él. Aún es pequeña, pero pronto crecerá, solo necesita el pecho del enamorado guerrero para hacerlo.

Era un día lluvioso, pero no le importaba al campeador, pues la lluvia le lleva las caricias de su amada que recorren su cuerpo. Con renovada alegría corrió hasta el lugar encontrado por su amigo dragón, ahora fuerte y grande. Juntos, Entusiasmo, Corcel y él, se pusieron manos a la obra para trazar el nuevo lugar y ver dónde quedaría mejor lo que la princesa le había enviado.

Pasaron haciendo y deshaciendo trazos, necesitaban ponerse de acuerdo los tres, cosa que no coincidían. Buscaban orientación, intimidad, luz, estrellas, la luna y todo lo necesario para que la princesa nunca más quisiera irse nuevamente.

Así pasó más de la mitad del día, hasta que decidieron trabajar en una sola cosa… la cabaña. Encontraron un lugar apropiado en un lugar oculto del bosque,  donde podían gozar de su intimidad y sin que nada los perturbara, donde la luna pudiera entrar por la ventana, para iluminar su amor y las estrellas reflejarse en los ojos del más grande amor del caballero… su princesa.

Miraron bien la imagen de la cabaña que ella le había enviado, él le agregó la puerta que tanto había gustado a su amada, entre Corcel y Entusiasmo acercaban los materiales mientras el campeador construía, la rosa de su pecho resplandecía y todo se llenaba de una hermosa fragancia que venía de ella. Las olas del mar que tenían muy cerca rompían en suave vaivén llevando el ritmo de la construcción. En la parte posterior de la cabaña había una cadena de montañas que servía de protección contra las corrientes de aire, con dos peculiares volcanes nevados uno frente al otro cuidándose, como símbolo del profundo amor de esos dos seres mágicos que habitan en el Bosque Encantado; la Princesa Ángel y su devoto y amante Caballero de la Rosa.


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