Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Testamento

Ciudad de México, 3 de septiembre de 2013

Siendo las 6:00 horas del día 3 de septiembre de 2013, Yo Julio César Carreto Sosa, mayor de edad, con domicilio en la Ciudad de México, en pleno uso de mis facultades mentales y sin que medie coacción alguna manifiesto mi voluntad, con el pleno deseo de que se cumpla inmediatamente después de mi fallecimiento, para todo aquel que sienta que puede servirle de algo, de la manera siguiente:

Dejo mi sonrisa franca que me ha acompañado la mayor parte de mi vida, que he otorgada de manera sincera y que me ha abierto muchas puertas y en pocas ocasiones me ha involucrado en algunas problemas al haberla sentido irónica y burlona. Esta sonrisa que siempre he procurado entregar aunque el corazón se me caiga a pedazos.

Dejo mi corazón lleno de cicatrices por las desilusiones y penas que inevitablemente llegan, pero fuerte y con ánimo de seguirse entregando honesta y limpiamente, así en lo que con tanto placer realizo, como a las personas que se han visto beneficiadas por él, lo hayan agradecido o no, se levanta solo y sigue adelante, es fiel compañero y solo en una etapa de soberbia y estupidez atribuible a mi juventud e inexperiencia se apartó de mí. Este corazón no juzga, solo siente intensamente, en cada segundo.

Dejo mi amistad para aquellos pocos que me han acompañado en esta maravillosa aventura llamada vida y que compartieron tristezas y alegrías, sueños e ilusiones, realidades y hechos, fracasos y logros, y que lograron apreciarme a pesar de mí mismo.

Dejo el cariño sincero con el que he tratado a quienes me rodean, sin importar su condición social, sexo, edad o preferencias, conocidos o no, y a veces mal entendido por aquellos quienes pensaron que había un doble propósito, declaro que no lo hubo, nunca lo hubo.

Dejo mis ilusiones, sueños y fantasías que siempre que fue posible convertí en realidad, con una excepción que me fueron arrebatados injusta, inesperada y bruscamente y que dejó mi brújula con rumbo al sur.

Dejo el romanticismo que me acompañó casi siempre, pero especialmente desde los años de mi madurez, y que me ha dado una visión distinta del mundo, llenando de belleza cada camino recorrido, cada encuentro, cada lugar y llenando mis minutos con sesenta segundos de sentimientos a flor de piel, que me esmeré en que nadie notara excepto aquellas personas que sentí que podrían no solo entenderlo sino compartirlo.

Dejo el amor que he sentido, profundo verdadero, intenso, con excepción de uno que ya entregué en vida y fue el verdadero, el más grande, el único, excelso y divino. Siempre he pensado que el amor lo resuelve todo, incluso las penas de amor. Amen profundamente, sin reparos, amen hasta que duela y después amen más, ayuda para vivir mejor la vida.

Dejo mis letras esparcidas por ahí, que algunas veces expresaron mis sentimientos, otras mis pensamientos y otras tantas las ideas de otros.

Espero dejar también un buen recuerdo, que los haga sonreír cuando este llegue.

Dejo mi reputación para que la hagan pedazos.

Antes de partir pido perdón a quien haya herido, nunca ha sido mi intención herir o lastimar, pero reconozco que en mi etapa de soberbia y estupidez pude haberlo hecho.

Si estoy conectado desconéctenme, no quiero vivir a expensas de una máquina, incinérenme y tiren mis cenizas donde más les plazca, no inviertan tiempo ni dinero en ello. La vida está hecha para disfrutarla plenamente y la felicidad es el camino, no la meta.

Por último les comparto, no les dejo, mi fe en el Señor, espero verlo si el así lo dispone y le preguntaré algunas dudas que todavía tengo, todavía tengo mucho por aprender.

Como final solo me resta decir: No he vivido en vano.

1 comentario:

LAURA VERONICA dijo...

YO SOLO SE...QUE LO ESCENCIAL ES INVISIBLE ALOS O
JOS ....