Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

De madrugada

Comenzaban a conocerse personalmente, largas pláticas previas los había acercado. Al fin estaban juntos comprobando que estar eso era lo mejor que podía haberles sucedido.

Era medianoche, cerca del mar, la noche era cálida y ese día decidieron caminar por los alrededores. Al llegar a una plaza comercial decidieron sentarse a fumar un cigarrillo y conversar. Ambos se sentían cómodos el uno con el otro, el amor entre ellos avanzaba a pasos agigantados, disfrutaban de su mutua compañía.

Veían pasar a los jóvenes que salían de los lugares de baile, algunas llevaban los zapatos de tacón en las manos, cansadas de caminar con ellos.

Así llegó un momento de cercana confianza y comenzaron a criticar el andar de las jóvenes que pasaban donde ellos se habían sentado a platicar.

Reían, señalaban, criticaban y se burlaban de como la manera de caminar afectaba de manera importante aún a la chica más bella, sin embargo a otras no tan agraciadas el saber caminar las hacía verse muy atractivas.

Ella sabía caminar, él disfrutaba verla cuando lo hacía, femenina, sutil, felina y sensual, lo tenía fascinado, enamorado, definitivamente le pertenecía, estaba siendo un afortunado primer encuentro.

En algún momento de esa madrugada decidieron dejar la comodidad de sus sillas para sentarse al pie de un letrero, casi en el suelo, él lo confirmaba, ella era su mujer que amaba y que pensó nunca encontraría, pondría en alerta todos sus sentidos para conocerla más que nadie y enamorarla día con día.

Así paso el tiempo sin que ellos lo sintieran, regresaron jugando a su habitación, habían descubierto uno en el otro lo bien que se entendían aún en las cosas más simple, estaban felices de estar juntos. Cada uno pensaba para sí que el tiempo no transcurriera, que no acabará nunca ese encuentro.

Al llegar a su habitación el amor había crecido y se adueñó de ellos, que continuaron amándose sin parar, incluso cuando dormían, la mañana que esa ocasión los había sorprendido, en un tierno abrazo.

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