Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Clamor

Clamó al cielo y el cielo lo escuchó y pudo llegar hasta su amada.

Después de encontrarla la recorrió de pies a cabeza, con suaves caricias y con intensidad apabullante, rítmica, alternadamente, sin prisa pero sin pausa.

Penetraba en ella cálido y ella lo sentía profundamente para convertirlo en suspiros, boca entreabierta y ojos cerrados.

Él desordenaba y revolvía su largo cabello, la enloquecía y la extasiaba, ¡ella por fin lo necesitaba!

Clamó al cielo y el cielo lo escuchó y convertido en aire, pudo llegar hasta su amada.

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