Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Vamos a guardar este día...


Vamos a guardar este día 
entre las horas, para siempre, 
el cuarto a oscuras, 
Debussy y la lluvia, 
tú a mi lado, descansando de amar. 
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo 
flotaba densamente, imantado, como una mano 
acariciando. 
Tu espalda como una llanura en el silencio 
y el declive inmóvil de tu costado 
en que trataban de levantarse, 
como de un sueño, mis besos. 

La atmósfera pesada 
de encierro, de amor, de fatiga, 
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote. 
todo ese malestar del sexo ahíto, 
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos 
a través de la sombra para reconciliarnos. 
Tu gesto de mujer de piedra, 
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas, 
domesticabas tu soledad. 
Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué. 
Y más tarde tu mano apretando la mía, 
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho, 
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello. 
Vamos a guardar este día 
entre las horas para siempre.

No hay comentarios.: