Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intérvalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
—¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
*
De la casa, en hombros,
lleváronla al templo
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.
De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
*
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.
Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.
La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
*
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!
*
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes,
tan solos los muertos.
Yo no te olvido, habitas en un lugar donde nadie puede tocarte, donde nadie sabe que existes, donde nadie puede herirte, ni yo con mi olvido, ni tú con tu ausencia.
Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.
Quién te quiere como yo
¿Quién te llena de alegría? como yo
¿Quién te besa quien te mima? solo yo
¿Quién te da tanto cariño? como yo
¿Quién te da lo que tu pides? solo yo
Te juro amor yo por ti daría toda la vida
Seguro estoy que jamás nadie te ha querido como yo
¿Quién te quiere y te cuida como yo?
¿Quién te alegra los días como yo?
¿Quién te da desayuno en la cama y te hace sentir una dama?
¿Quién te admira como yo?
¿Quién te piensa y te ama como yo?
¿Quién te lleva a conciertos más viajes en barco a cruzar nuevos mares?
¿Quién respeta tu espacio?
¿Quién entiende tus días de cambio?
¿Quién saca lo bueno de ti?
Por favor no te olvides de mí
¿Quién te besa en las mañanas? como yo
¿Quién te cura cuando enfermas? solo yo
¿Quién te escuchara las penas? como yo
¿Quién te ama y quien te alegra? solo yo
Te juro amor yo por ti daría toda la vida
Seguro estoy que jamás nadie te ha querido como yo
¿Quién te quiere y te cuida como yo?
¿Quién te alegra los días como yo?
¿Quién te da desayuno en la cama y te hace sentir una dama?
¿Quién te admira como yo?
¿Quién te piensa y te ama como yo?
¿Quién te lleva a conciertos más viajes en barco a cruzar nuevos mares?
¿Quién respeta tu espacio?
¿Quién entiende tus días de cambio?
¿Quién saca lo bueno de ti?
Por favor no te olvides de mí
¿Quién te quiere y te cuida como yo?
¿Quién te alegra los días como yo?
¿Quién te da desayuno en la cama y te hace sentir una dama?
¿Quién te admira como yo?
¿Quién te piensa y te ama como yo?
¿Quién te lleva a conciertos más viajes en barco a cruzar nuevos mares?
¿Quién respeta tu espacio?
¿Quién entiende tus días de cambio?
¿Quién saca lo bueno de ti?
Por favor no te olvides de mí
Por favor no te olvides de mí
Carlos Baute
Una vez más...
En el Bosque Encantado el caballero vaga sin rumbo, sin ilusión ni esperanza. Nada la hace volver del encierro que ella misma se ha impuesto.
El amor que le profesa no es suficiente para hacerla volver. Sus palabras ya no tocan su corazón.
Una vez más ella se ha ido, presintiendo que esta vez no volverá, recorre uno a uno cada lugar, cada rincón, sintiéndola en lo más profundo de su ser, mira con tristeza el bosque, que sin ella no existiría, ella es su razón de ser.
Acaricia con ternura las margaritas que florecen a su paso, la rosa de su pecho irradia una luz espectacular Todo está en calma, todo está en paz. Sus ojos miran hacia la luna, como queriendo encontrar respuestas, respuestas que no llegan.
Hace tiempo que se fue y no ha vuelto, su alma esta angustiada al sólo pensar que es posible que no regrese.
Mira y acaricia el bosque grabando cada instante, cada lugar en lo profundo de su ser.
Nunca la había extrañado tanto, cierra los ojos imaginando que está a su lado, pero no es así, ella no está. El amor por ella es a prueba de todo, no así el de ella por él.
Recorrió todo el bosque sin dejar de visitar un solo milímetro, sin ella el lugar pierde su razón de ser.
Llegó al viejo sauce que conoce sus secretos y ese amor a toda prueba, incluso de ella misma. Se sentó cobijado por sus largas ramas, la esperaría, no importando el tiempo y la distancia, la esperaría, con la mirada perdida en el horizonte, hacia el reino de ella, no supo cuando lo alcanzó el sueño... lleno de ella.
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