Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Súplica

Pechos repletos como copas.
Miradas maliciosas que me tienen perdido.
No me tortures más, hermosa.
Ya no soporto esta agonía.
Estoy zumbando como un zángano
listo para la miel.
Reina mía, apiádate.
Clemencia, no seas cruel.
Si he de morir, que muera.
Pero en la miel. 

No hay comentarios.: