Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La cantante

Todos los bares son íntimos y pequeños, o al menos eso es la idea que tengo debido a los pocos que conozco y que solamente visito en muy contadas ocasiones, como esta vez en que un viejo amigo me citó para proponerme un negocio.

Joven y bella llegó la cantante para cantar canciones románticas, con su larga caballera y su vestido oscuro que contrastaba con su piel blanca, casi nadie le ponía atención pues cada quien estaba en sus propios asuntos. Tenía muy buena voz, aterciopelada, femenina y sensual, además de contar con su propio estilo y sentir cada palabra o al menos así lo transmitía su interpretación.

La conversación con mi amigo continuó mientras ella seguía cantando hasta que en la canción final, percibí lágrimas en sus ojos grandes y expresivos, a pesar de que los reflectores las ocultaban, la letra era muy triste y más que interpretar, ella estaba recordando.

Unos pocos aplausos se escucharon y cuando paso a mi lado discretamente le entregué mi pañuelo, que aceptó sorprendida, con una leve sonrisa y una mirada de agradecimiento, así siguió su camino sin decir palabra.

Pasó un poco más de tiempo y la hora de partir se acercaba, cuando un mesero inesperadamente se acercó para devolverme el pañuelo que había dado a la cantante, mi acompañante pareció no notarlo.

Se pagó la cuenta y mi amigo y yo nos despedimos. Al llegar a casa y poner el pañuelo en el cesto para la ropa sucia descubrí adentro del mismo una pequeña nota, escrita con letra femenina, muy breve y directa; "Muchas gracias mi caballero, un beso, buenas noches." Sonreí complacido, tiré la nota y me dispuse a dormir satisfecho.

El negocio que me propuso mi amigo, no se concreto.

No hay comentarios.: