Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Noches de velos ariscos, tus ojos...

Noches de velos ariscos, tus ojos: 
mi carne, toda un lento eyacularse, 
frente a ellos se muere, 
se cierra más allá del tacto, 
se niega toda puerta, 
y como un misterio te encuentra, 
dentro de sí, 
oración milagrosa, 
vedada alteración sin nombre 
que me obliga a entregarme.

No hay comentarios.: