Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El regreso del Caballero de la Rosa

Recibió el mensaje de la princesa Ángel y puntualmente acudió a la cita...

Era un día muy especial para el caballero, tanto así que aunque no la esperaba deseaba como nunca su llegada, era un anhelo más grande que sus fuerzas.

Pasó mediodía y el había abandonado la esperanza de saber de ella, en la hora menos prevista llegó el mensaje anhelado, su corazón saltó de júbilo y la respuesta ante la pregunta de ella era un rotundo ¡sí! Sí acudiría a la cita convocada por la princesa. No sabía que esperar pero su corazón latía tan apresuradamente que casi se le salía del pecho.

Volvió a su embarcación abandona un año atrás. Desde que piso tierra nunca más volvió a su nave, ni siquiera volteó a darle una última mirada al desembarcar. Se encontraba algo desvencijada por el paso del tiempo y el descuido, pero a medida que avanzaba hacia el Bosque Encantado, se recuperaba y volvía a su esplendor original, esta era la señal de que estaba acercándose.

Bajó del barco y no reconoció el lugar, en un rápido vistazo ya no había faro, cabaña, fuente, bote de remos, el muro tenía un portón, las margaritas habían desaparecido, busco a Corcel pero no lo encontró...

Algo había pasado
-Lo cambió la princesa, se oyó dentro de su cabeza una voz amiga, ¡era Entusiasmo!
-Sigue mi voz y llegarás a ella, estoy acompañándola mientras llegas, sabes que soy discreto y en el instante que se reúnan me marcharé. Decía su viejo amigo.
-Prepara tu corazón para recibir buenas noticias.

-¿Qué le pasó a mi cabaña? Preguntó al dragón.
-Se quemó, contesto.
-¿Se quemó o la quemaste? No hay huella de mi armadura, yelmo, escudo, ni espada, esas cosas no se funden así como así.
-La princesa la quemo. Dijo el dragón con una voz que no podía ocultar su participación.

Por más que quisiera disimular Entusiasmo el caballero sabía que el había tenido que ver, pero lo disculpaba porque también sabía que no lo haría por iniciativa propia, sino por petición de ella, a quien el dragón amaba casi con la misma intensidad que la amaba él.

Mientras caminaba notó que desde que tocó tierra un camino de margaritas había florecido a su paso, suspiró aliviado porque al menos eso se mantenía.

Ahí estaba ella, en un claro del bosque bañada por la luz de las estrellas y la luna, con su vestido inmaculadamente blanco que hacía resaltar su cabello intensamente negro revuelto por el suave viento que corría en ese momento.

No había espectáculo más bello que mirar sus ojitos enamorados, algo decía ella, parecía una disculpa que él no necesitaba, estaban juntos nuevamente y eso era lo más importante. Se sabían correspondidos en su amor y él se lo demostró como siempre se lo había dicho: "Siempre te recibiré con los brazos abiertos, el corazón en la mano y una sonrisa de bienvenida".

El caballero miró dentro de su propio pecho y notó que su corazón antes roto, estaba unido y sin heridas, ni huellas, latiendo fuertemente diciendo el nombre de ella en cada latido, y del centro del mismo surgía una bella rosa que lo traspasaba hasta el exterior llenando de su fragancia el ambiente. Fue interrumpido por el abrazo de ella que se refugio en los brazos de él.

Sus cuerpos se daban calor, de ese que viene desde el fondo del alma, nada había que aclarar, no había reproches ni reclamos, se amaban y ambos lo sabían.

Al principio caminaron lentamente por el bosque como buscando un lugar propicio para sentarse a conversar, la realidad es que lo único que les interesaba era estar juntos, se sentaron bajo un árbol y se miraban, sonreían, suspiraban, se abrazaban y comenzaron a besarse suavemente, sin prisa, como preámbulo, reconociendo el cuerpo de uno y del otro.

Se amaron, mejor que nunca, se necesitaban por amor, se habían hecho falta y era la manera de decirlo, sin palabras y entregando el cuerpo y con el iba la piel, el corazón, el alma, la vida y su ser entero. Se entregaron sin reserva y sin medida, sin recato y sin pudor, se susurraban palabras de amor, se acariciaban el cuerpo y el alma. 

Disfrutaron su encuentro y después de entregarse en cuerpo y alma permanecieron abrazados, en silencio, sintiendo los latidos de sus corazones que lo hacían al mismo tiempo.

-No vuelvas a dejarme nunca. Dijo ella rompiendo el silencio, a manera de súplica y desde el fondo de su corazón.
-No te dejaré nunca. Contestó él desde el fondo de corazón sellando el compromiso con su palabra de caballero.

-¿Qué le hiciste al Bosque Encantado? Preguntó curioso.
-¡Lo cambié! Contestó con picardía
-Ahora lo debes dejar más bello que antes. Sugirió con cara de niña traviesa sabiendo que su amado cumpliría sus caprichos, siempre lo hace y hay cosas que nunca cambian porque no tienen por que cambiar.

El comenzó a imaginar los cambios que tendría que hacer y la malcriada princesa no quería prestarle a Entusiasmo, pero bien sabía que a escondidas de ella el dragón amigo lo ayudaría.

Quedaron abrazados, disfrutando de su mutua compañía hasta muy entrada la noche. Al otro día el caballero se daría a la búsqueda de Corcel.

Hay historias de amor que no tiene fin... esta es una de ellas.

No hay comentarios.: