Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

ENCUENTROS

El insistía, 
ella se negaba,
tanto insistió
y ella aceptó.

Caricias confundidas
eran gotas de agua
o sus manos 
que erizaban la piel,
incitaban y estremecían.

Cuerpo encadenados,
dúo de gemidos.

Pasión consumada.
Sublimes encuentros bajo el agua…

En la ducha.

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