Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El bosque vacío

La princesa tiene obigaciones y actividades propias de su rango, tuvo que hacer un largo viaje fuera de su palacio, el de siempre, el que no está en el bosque. Hace mucho tiempo que ella no lo visita.

El caballero se ha dedicado hacer algunos arreglos a la cabaña y dejar en perfecto funcionamiento las tinas. Desde que regresó al bosque no lo ha vuelto a recorrer, y se ha movido poco desde que construyó la cabaña.

Esa mañana decidió recorrer el bosque, no permitió que sus amigos cisnes se alejarán del lago, Pasión y Ternura sus nuevos amigos.

Nada era como él lo había dejado, absolutamente todo estaba cambiado y casi no lo reconocía, caminó sin rumbo fijo durante largas horas en soledad.

Llegó a un extremo a la orilla del mar, recordó que tenían un faro, que también había desaparecido, miró hacia el horizonte, tranquilizado por las olas del mar rompiendo en la playa.

Se recostó y durmió en el peñasco en donde se encontraba, una suave brisa lo arrullaba.

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