Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La muerte

Estaba tan roto que cuando ella llegó, la abrazó con fuerza fundiéndose en ella que, conmovida por el gesto, lo abrazó con ternura susurrándole al oído:
-Siéntete tranquilo que todo está resuelto.
La muerte lo resuelve todo.

No hay comentarios.: