Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Desamor

Ella solo recibía y daba poco.
Él, que lo daba todo, un día decidió marcharse. Había aprendido que el amor no se mendiga y que ella no merecía lo que él siempre entregaba.

Así que se despidieron con un abrazo como habitualmente hacían pero él no volvería nunca más por desamor... el de ella.

No hay comentarios.: