Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Desapego

Merlín asintió. “A medida que tu experiencia del mundo sea mayor, los recuerdos te asaltarán con más y más fuerza. Pero hay algo más. 
Los mortales le temen a la muerte porque sienten miedo de perder sus posesiones.

Cuando ves un animal muerto, no puedes saber cuál es la parte de él que se ha ido. Después del último aliento, el cuerpo pesa lo mismo; las células son las mismas. Lo único que falta es el aliento, y lo que sea que esté más allá de él.

“Pero los mortales tienen casas con cosas dentro de ellas. Tienen familias y experiencias atesoradas. La idea de perder todo eso les produce un temor enorme. Pero te diré un secreto. Nada muere en el momento de la muerte. La muerte es un comienzo, no un final. Cuando los mortales le tienen miedo, lo único que hacen es aferrarse a sus recuerdos. Acepta el punto de vista del mago y abre tus brazos a todas las pérdidas, incluso a la pérdida última de la muerte”. “Trataré de hacerlo”, dijo Arturo no muy convencido. 

“Pero la verdad es que hay muchas cosas que no deseo perder”. “Entonces despréndete un poco de ellas y recuerda: todo aquello a lo cual te aferras está muerto, porque está en el pasado. Muere a todos los momentos y descubrirás la puerta hacia la vida eterna”.

En la medida en que conocemos el amor, nos convertimos en amor. El amor es más que una emoción. Es una fuerza de la naturaleza y, por lo tanto, debe contener la verdad.

Al pronunciar la palabra “amor» quizás captamos la sensación, pero su esencia no se puede expresar con palabras.

El amor más puro se encuentra donde menos lo esperamos: en el desapego.

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