Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La soledad

Un dia me abrazó tanto la soledad que le tomé cariño. lloré como un niño y le conté mil historias, chariamos por largas horas como dos grandes amigos, después nos despedimos y cada quien siguió su camino. Sin embargo, nos vemos de vez en cuando y me alegra su visita, ella sigue siendo la misma, siempre sabia, siempre honesta, siempre lista.

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