Sé que vas a leer esto.
Sé que llegará algun momento, seguramente en mitad de uno
de esos cafés que tomas sola
en cualquier cafetería del barrio algún día antes de entrar a clase, o en el intermedio de una pellcula que nunca dejamos de ver
bajo Ia manta.
Sé que me vas a leer. Que te vas a acordar de mí.
Buscarás esas frases que a diario te repetía en mi cocina
y te acordarás
de cuando buscábamos
simples pellizcos de tiempo
para encontrarnos en mi calle
y te acordarás
de cuando el café en mi cocina, de cuando las partidas
en mi salón,
de cuando nuestro grito de guerra era un silencio,
sin mediar palabras,
para explicarnos todos los vacíos que quedaban al separarnos.
Te acordaras de mí,
de mi maña de escribirte a diario para darte las buenas noches.
De como dejábamos que nuestras manos se separasen en mitad de una despedida sin querer nosotros soltarlas.
Y entonces,
quizás pienses en mi poesía.
Y me encuentres
en cualquier semáforo,
esperando,
en la cuenta atrás para que se ponga
en verde,
y cogerte la mano,
de nuevo,
para cruzar acelerando.
Quizás,
entre nosotros,
lo único que pasó,
fue, justamente,
que nunca llegamos a pasar.
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