Besarte era dar a la llave de contacto,
se encendía el mundo.
Sólo era posible dar conmigo preguntando por ti.
Fuiste el epicentro de esa pregunta llamada nosotros,
de esa certeza llamada final.
Me rompiste el corazón de todos los modos posibles
y por escapar de las verbenas del victimismo
diré que supongo que yo a ti también.
Por ti abandoné los restos de diplomacia
y me hice un alumno destacado
en la universidad del rencor.
Después intentaba arreglarlo
con una sonrisa comercial
-decías que todo cambiaría-
pero era sólo un ejercicio cosmético.
Claro que te eché de menos,
pero los buenos recuerdos se fueron
como un ladrón saltando tapias.
Suele suceder cuando utilizas el perdón como rehén,
cuando la disculpa es sólo tú moneda de cambio.
Hubiera sido mejor de otra manera.
SI fuiste todo,
si viajamos de la mano a ninguna parte,
pero llegamos a todos los lugares necesarios,
si volamos juntos
y siempre me abriste la puerta
con la cadena echada,
¿cómo no vas a ser la destinataria?
¿cómo sacarte del punto de mira?
¿cómo no buscarte en otra piel?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario