Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Pobre

Pobre aquel que nunca ha muerto de amor. Pobre pecho, desterrado de suspiros. Pobre estómago, velando mariposas de cera. Pobre corazón, amordazando el paso desbocado. Pobre boca, sobria de resacas tristes. Pobre cuerpo, absuelto de pecado y culpa. Pobres alas, que de ningún cielo se han desplomado. Pobre alma desahuciada, que pretende haber vivido y solo ha matado el tiempo. Pobre aquel que nunca ha muerto de amor.

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