Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Con una mirada

Con una mirada 
que no puede negar 
el reflejo de estos huesos, 
arrepentidos, 
haciendo cola 
frente a sus tobillos. 

¿Quién soy yo? 

Solo otro cobarde puñado 
de buenas intenciones; 
solo otro hombre 
de ojos vencidos, 
carne de olvido, 
petrificado 
ante la oportunidad. 

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