Cuando mostramos un poema estamos, en realidad,
confesando algo que hemos sido;
o que somos; o que queremos ser.
Es un espejo en el que todos van a mirarse pero sólo te verán a ti.
Algunos -quizá los más peligrosos-
pueden convertirse en un pretexto para quedar a tomar café.
Por eso mismo los poemas no deben compartirse a la ligera.
Ni -por supuesto- con cualquiera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario