Tengo un troll, en época de redes sociales han aparecido diferentes tipos de personajes, unos de ellos es el llamado troll, por aquellos duendes nórdicos que no paraban de molestar y de hacer travesuras.
Pues bien tengo un troll, uno que se distingue de los demás, que para mí no es nada molesto, es más, este alegra mi día cuando aparece.
Cuando subo un estado espero pendiente su llegada, el muy travieso me hace esperar y no siempre llega en el estado donde lo esperaba, aunque invariablemente me hace reír y saltar de alegría mi corazón.
No soy masoquista ni me gusta el mal trato, es solo que imagino su cara escribiéndome con sus pícaros ojos y su sonrisa infantil y traviesa, espero que no descubra que me gusta su proceder, para que no deje de hacerlo, pues llegó como fresca brisa a mi muro que moría de aburrimiento, frente a tanta intolerancia y división actual.
Mi troll no es molesto, le da color a mi muro que se volvía cada día más gris, me gusta verlo responder mis comentarios con su estilo, breve, directo y muy divertido.
Tengo un troll, y haré lo que esté en mis manos para conservarlo permanentemente.
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