Eran dos seres que caminaban cada quien por caminos distintos.
Un buen día y por esas cosas extrañas de la vida, sus miradas se cruzaron. El no pudo olvidar ya esa mirada y deseaba encontrarla nuevamente pero no se atrevía a buscarla.
Pero nuevamente la vida los puso frente a frente y él supo que estaba rendido ante esa mirada profunda con un leve dejo de tristeza y de gran misterio.
Aunque una vez más le faltó el valor para acercarse a ella, así que viendo su indecisión ella dio el primer paso y el corazón de él se llenó de regocijo. Se esmeró por llamar su atención y lo consiguió, ella lo bromeaba ocasionalmente y a ratos desaparecía, él no podía evitar extrañarla así que se lo hizo saber en cuanto pudo, venciendo el temor de que ella se alejara al saberlo.
Para fortuna del caballero, ella no solo no se alejó sino que al parecer, la declaración de él los acercó más y más, hasta que un buen día lograron abrazarse.
Ese primer abrazo dejó profunda huella en ellos, tanta que hacen lo posible por estar juntos, a pesar de las circunstancias. Descubrieron todo lo que pueden decirse en un solo e interminable abrazo.
La historia no termina ahí, apenas comienza y se han comprometido en un simple brindis, un trato donde no hay más ella y él o un tú y yo, desde ese día decidieron ser un "nosotros".
Comparten tantas cosas y afinidades que parece que la magia los rodea y tienen a una silenciosa cómplice... la luna.
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