Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Esa mañana

Esa mañana no era buena debido a lo pasado el día anterior, él estaba decaído sentimentalmente... ella también.

Asi que le pidió que durmiera, él emocionalmente agotado acepto sin chistar y casi inmediatamente lo atrapó el sueño.

Con la mayor ternura del mundo a pesar de sentirse devastada, lo abrazó de cucharita pasando una pierna por arriba  para envolverlo, para no dejarlo huir, aunque sabía bien que él nunca la dejaria sola.

Era un mujer maravillosa capaz de hacer su dolor a un lado y darle amor a ese hombre que le ofrecía todo de si mismo, que la mimaba y consentía, pero que sobre todo la amaba.

Pasaron un par de horas antes que despertara, para cuando lo hizo volteó buscando los labios de ella, que se adelantó a besarlo. No dijeron nada porque no había nada que decir. Se miraron largamente y en silencio apretando sus cuerpos tibios uno contra el otro, él se giró que él se atraparon en un largo abrazo, entre suspiros a ojos cerrados.

Así permanecieron, no hablaban, las palabras sobraban, se tenían lo sabían y nada más importaba, sobre todo en esa mañana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario