Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Lo acepto

No creo en las casualidades. 
Soy un incrédulo cuando de coincidencias se trata. 
No llegaste a mi vida por coincidencia, y si hoy estamos tan felices es por que el destino sabe que si no hubieses llegado a mi vida el presente perdería su sentido, la poesía perdería su magia, y yo amor, sin duda estuviese perdido en unos brazos que a lo mejor no me darian ni un cuarto de felicidad de la que tú me das, de la que yo te doy, de la que le damos al destino por hacemos coincidir.  

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