Me haces falta, aquí, cuando respiro;
aquí, cuando el sol interrumpe la oscuridad de mi ventana y tus besos desaparecen entre las cortinas.
Me haces falta, aquí, entre el café amargo y la sal que se acumula en mis mejillas, donde la almohada sigue conservando tu esencia, y aún te escucho gemir entre recuerdos de flores y noches de abril.
Me haces falta, aquí, donde tus labios dejaron una suavidad de algodón, donde los pétalos siguen siendo nostalgia, donde el cielo sigue siendo gris.
Me haces falta entre todo lo que camino, entre todo lo que encuentro, porque sin querer te asemejas a todo y comprendo que aun no eres parte del olvido.
Me haces falta, y aunque sé que no regresarás irremediablemente me sigues habitando.
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