Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Príncipe del diálogo

¿Dónde andabas, oh poeta?
Apréstese ya el florido tambor,
ceñido con plumas de quetzal,
entrelazadas con flores doradas.
Tú darás deleite a los nobles,
a los caballeros águilas y tigres.
Bajó sin duda al lugar de los atabales,
allí anda el poeta,
despliega sus cantos preciosos,
uno a uno los entrega al Dador de la vida.
Le responde el pájaro cascabel.
Anda cantando, ofrece flores.
Nuestras flores ofrece.
Allá escucho sus voces,
en verdad al Dador de la vida responde,
responde el pájaro cascabel,
anda cantando, ofrece flores.
Como esmeraldas y plumas finas,
llueven tus palabras.
AsÍ habla también Ayocuan Cuetzpaltzin,
que ciertamente conoce al Dador de la vida.
Así vino a hacerlo también
aquel famoso señor
que con ajorcas de quetzal y con perfumes,
deleitaba al único Dios.
¿Allá lo aprueba tal vez el Dador de la vida?
¿Es esto quizás lo único verdadero en la tierra?
Por un breve momento,
por el tiempo que sea,
he tornado en préstamo a los príncipes :
ajorcas, piedras preciosas.
Sólo con flores circundo a los no bies.
Con mis cantos los reúno
en el lugar de los atabales.
Aquí en Huexotzinco he convocado esta reunión.
Yo el señor Tecayehuatzin,
he reunido a los príncipes:
piedras preciosas, plumajes de quetzal.
Sólo con flores circundo a los nobles.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario