Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El poder de una mirada

La vi por casualidad, así fue nuestro primer encuentro, algo pasó en mi que no pude apartar la mirada de la suya, desde que llegó ya no me fue posible dejar de verla. Ella también me miraba de un modo indescriptible y sin embargo me gustaba, no solo me gustaba, también lo disfrutaba.

Nunca pasó por mi mente que llegaría a amarla pronto, muy pronto, casi de súbita manera. Nunca imaginé que me haría feliz, inconmensurablemente feliz.

Desde ese momento aprendí que no hay que subestimar nunca, definitivamente nunca, el poder de una mirada

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